'Desearía que' es una frase que he escuchado muchas veces. Sí, de mí también. ¿No desearíamos todos haber sabido mejor en puntos específicos? Las cosas habrían resultado diferentes si lo hubiésemos hecho, y... bueno, entiendes la idea.
Después de haber pasado por cualquier evento difícil, lucha o situación nueva, es fácil analizar nuestra retrospectiva y criticar nuestro desempeño para identificar cómo podríamos haber hecho algo diferente. Por el momento, sin embargo, las cosas no siempre son fáciles.
Mirando hacia atrás a los momentos en que siento que debería haber sabido mejor, reconozco que no siempre tuve la sabiduría para comprender mejor. Ser humano viene con muchos momentos maravillosos; también está lleno de errores. El momento de perdonarte por no saber lo que no sabías es ahora.
Sin darnos cuenta de eso, llevamos la culpa o la vergüenza como una bola y una cadena de ansiedad que puede afectar nuestras relaciones, incluida nuestra relación con nosotros mismos. Enfrentar esos sentimientos pesados y dialogar con nosotros mismos reconoce que algo pasó y nos da ese espacio para perdonarnos a nosotros mismos. Si no lo hacemos, es probable que nos resulte aún más difícil perdonar a los demás cuando cometen errores.
Intelectualmente, todos entendemos que nadie está libre de fallas. Sin embargo, todavía nos convencemos de que somos diferentes, por lo que tratamos de ser perfectos o nos asustamos de hacer o decir cualquier cosa que pueda estar "mal".
Como cuidadores, cargamos con una medida adicional de esa culpa. Somos responsables del bienestar de otro ser humano, y cuando las cosas salen mal, la carga de un error percibido puede pesarnos mucho, incluso años después del hecho. Entonces, ¿cómo pasamos del "Ojalá lo hubiera hecho"?
Para empezar, practica una forma diferente de pensar. Concéntrate en lo que ha hecho bien frente a lo que se ha hecho mal. Aprende de tus errores, pero a veces las cosas están fuera de tu control. No te pongas la carga de acertar y pasar tus días sin errores.
Un buen proceso para esto es:
Acepta tus errores.
Sé amable contigo mismo.
Si es necesario disculparte, hazlos lo antes posible para que puedas aclarar las cosas.
Pregúntate si había otras opciones disponibles: ¿podrías elegir un método de respuesta diferente la próxima vez?
Déjalo ir. (¡Eso último es primordial!)
Eres un ser humano increíble por todo lo que haces en tus días de cuidador. Solo con el perdón podemos seguir poniendo un pie delante del otro con pasos firmes y un ritmo saludable.
Abrazos,
Cyndi Mariner
Breathing Spaces
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